
Dime Cómo Caminas y Te Diré Si Eres Elegante o Vulgar
Desde hace un tiempo, me he convertido en una observadora nata del lenguaje corporal. Y hay algo que he notado una y otra vez: la forma en que caminas habla más de ti que tus palabras o tu ropa. Yo misma tuve que trabajar mucho en esto, porque aunque pensaba que me veía bien, mi forma de caminar estaba diciéndole al mundo algo muy distinto.
No me malinterpretes. No se trata de caminar como modelo ni de parecer alguien que no eres. Se trata de caminar con seguridad, con gracia y con propósito, sin caer en lo exagerado o lo forzado. Créeme, hay una línea muy delgada entre lo elegante y lo vulgar, y muchas veces cruzarla sin darnos cuenta afecta cómo nos perciben los demás… y lo más importante, cómo nos percibimos a nosotras mismas.

¿Caminar puede hacerte ver vulgar?
Sí. Aunque suene duro, hay formas de caminar que gritan inseguridad, necesidad de atención o simplemente falta de conciencia corporal. A veces creemos que un caminar exagerado, con movimientos bruscos o demasiado provocativos, nos hará ver atractivas, cuando en realidad puede transmitir lo contrario: desesperación o incluso falta de respeto por una misma.
Lo descubrí un día en que me vi en un video caminando hacia una reunión. Me vi incómoda, tensa… y con movimientos que no reflejaban en absoluto lo que yo sentía por dentro. Fue un llamado de atención.

La elegancia no está en la ropa, está en tu energía
Desde ese momento, empecé a trabajar en mi postura, mi respiración y mi presencia. Y ahí fue cuando me topé con un programa que me cambió la vida:
Activa tu Poder Interno
No es solo un curso. Es una transformación. Aprendí a conectar conmigo misma, a proyectar seguridad sin esfuerzo y a caminar con esa energía que muchas personas llaman “elegancia natural”. Si tú también sientes que hay algo que quieres mejorar —no solo en cómo caminas, sino en cómo te enfrentas al mundo—, te lo recomiendo con los ojos cerrados.

¿Cómo saber si tu forma de caminar refleja elegancia?
Aquí te dejo algunas señales que me ayudaron:
-
¿Tu espalda está recta o vas encorvada?
-
¿Tus pasos son suaves y firmes o arrastras los pies?
-
¿Mueves exageradamente las caderas o los brazos?
-
¿Tu mirada va al frente o al suelo?
-
¿Respiras con calma o pareces agitada?
Yo fallaba en casi todas. Pero lo bueno es que todo eso se puede cambiar. La elegancia no es algo que se hereda ni se compra, es algo que se cultiva desde adentro.
Hoy me siento más segura, más auténtica y más conectada conmigo misma. Y todo empezó por algo tan simple como observar mi forma de caminar. Si tú también quieres lograrlo, este es el momento perfecto para comenzar tu propio cambio interior.
Haz clic aquí y empieza tu transformación con Activa tu Poder Interno
Créeme: cuando tú cambias, todo cambia. Y sí, hasta tu caminar.